jueves, 19 de junio de 2014

La proclamación de Felipe VI y el miedo al cambio

La proclamación de Felipe VI y los miedos a los "cambios"
Por Carmen Duerto (twitter; @cduerto)

Una proclamación oficialmente "austera", pero con celebración multitudinaria y en el palacio real, para acoger aproximadamente a 2500 invitados. Recorrido en coche por un Madrid blindado y nada multitudinario, desfile y ausencia de misa con Tedeum. 7000 agentes de seguridad y el espacio aéreo restringido. 
Debate entre tirar la casa por la ventana o hacerlo "discretamente". Los primeros echan en falta la asistencia de cabezas coronadas extranjeras y no aceptan que no les hayan invitado aludiendo a que no daba tiempo a coordinar sus agencias regias porque cuando hay fallecimientos, acuden raudos a los funerales y condolencias. Y los segundos, apoyan un relevo discreto porque no estamos para fastos y dado el poco entusiasmo que levantan en un grupo cada vez más numeroso de españoles, lo mejor es no generar más enquina.
Hay quién quiere engalanar la ciudad y al ser fiesta en Madrid, que el pueblo salga a las calles civilizadamente y haga de figurantes en el atrezzo festivo callejero de proclamación. En la imágenes aéreas del recorrido queda fatal que haya huecos sin cubrir con cabecitas hay que dar sensación de entusiasmo, de pueblo echado a las calles para aclamar a sus reyes. 
Llevamos 39 años sin que toqué hablar de reformar la Constitución. "Si queremos que todo siga igual, es necesario que todo cambie". Nunca toca, todos lo mencionan pero ninguno lo acomete y enseguida acuden a esa horrible expresión de "abrir el melón". Tampoco parece razonable ese miedo a la Tercera República. En el planeta hay aplastantemente más repúblicas que monarquías y la gente vive como nosotros, no son azules, ni llevan tridente, ni devoran a sus hijos. Hay unas repúblicas que van bien, otras regular y las hay que van mal. También hay Estados Federales, que es distinto a las Autonomías, aunque Rajoy no lo vea.
Hay otras formas de gobierno y puede que en España haya llegado el momento de vivir la Segunda Transición. Es difícil conservar que la máxima Institución de este país la ocupe un rey hereditario. Las Instituciones no se heredan. Para una generación educada en los principios de igualdad, esfuerzo, superación, democracia...no parece razonable que entiendan este sistema. Un rey que reina pero no gobierna. Un rey inviolable por encima del bien y del mal. Un rey que no se elige, se hereda. Es algo incomprensible. Adoptemos a Isabel II, por edad, como reina europea, si es que necesitamos de esa fe monárquica, pero el resto, evolucionemos. 
Es lamentable la campaña de intoxicación previa a la proclamación, resulta tan empalagosa que acabará produciendo rechazo. Y esa cansina afirmación de que un rey garantiza la unidad del país o que abre puertas, lo que garantiza esas cosas, desde mi punto de vista, no es un rey, es un país fuerte, con oferta interesante. Recuerdo como en todos los países se recibía a Gadafi y se le dejaba plantar la jaima, donde le venía en gana porque no venía Gadafi, venía un pozo petrolífero y eso es lo que abría puertas. 

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