sábado, 9 de agosto de 2014

Cómo es el palacio de Marivent en Palma de Mallorca. El vergel de Marivent

Por Carmen Duerto (@cduerto) publicado en La Razón y en diarioabierto
 
Entrar en los 33.000 metros cuadrados de la finca donde se ubica el palacio de Marivent es entrar en un vergel de ese “trozo de cielo en la tierra” que, según el rey Felipe, es Palma de Mallorca.

Cuando traspasas la enorme valla blanca que limita la finca real, te encuentras con un trozo de monte perfectamente cuidado con una inmensa pinada, donde no hay ni una hoja seca por los caminos que lo surcan, con enormes pinos y bancales de tierra perfectamente labrada en donde crecen caquis, manzanos, higueras, limoneros, naranjos, granados, nísperos y hasta mangos. Por haber hay hasta huerto y una colección de bonsáis del Rey Juan Carlos y lamentablemente, porque fue una de las cosas que pregunté, podemos asegurar que no hay gallinas, tan sólo perros.

Con la vida que las gallináceas le dan al embajador francés en España, nuestros Reyes no parece que de momento sigan la moda francesa en sus jardines. Siguiendo con el vergel, hay tanta fruta que pueden hacer mermelada para toda la familia e incluso, regalar a sus invitados. También hay flora ornamental formando espesos setos con pascuelos rojos, rosas de pitimini, buganvillas de colores, adelfas y unas florecillas diminutas que vulgarmente se llaman enseña nacional. Los setos de coníferas, especialmente los que rodean al palacio principal, ya que la finca está salpicada de edificaciones para el servicio, oficinas y residencias de los distintos familiares reales, están recortados en forma de bolas. Hay también un cruceiro de piedra y asientos de cerámica, junto a una enorme jaula para perros que está pegada a la zona donde se expone la colección de bonsáis del rey Juan Carlos.

Las dimensiones son tan grandes y las cuestas de los diferentes caminos tan pronunciadas, que hay carritos de golf blancos para facilitar el desplazamiento por el terreno. Por cierto, que también me llamó la atención que aún conservaban colgada del balcón principal de Marivent una enorme palma del Domingo de Ramos, junto al mástil en el que ondeaba un pendón granate que no era la bandera nacional, ni la enseña balear, era el escudo de armas del nuevo rey.

Les puedo asegurar que las instalaciones están perfectamente cuidadas, que es un trozo de paraíso con playa y embarcadero en un promontorio elevado con vistas al Mediterráneo y con unas puestas de sol para quedarse a vivir allí para siempre. Y aunque tenga enfrente un Mercadona, una gasolinera y los enormes contenedores de DHL, traspasas los muros blancos y accedes a otro mundo, tan solo un defectillo, que entra del mundo exterior un nauseabundo olor a alcantarillas, al parecer las están arreglando, eso unido al calor y a que ya se sabe que las zonas de mar, al parecer, son proclives a estos olores y el resultado es que huele fatal en las inmediaciones al muro blanco.

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